En los últimos años, se ha vuelto más común escuchar términos como medicamentos biológicos, biosimilares, originales y genéricos. Sin embargo, es importante comprenderlos en un lenguaje claro, ya que cada uno representa opciones valiosas dentro del tratamiento de distintas condiciones de salud.
Los medicamentos biológicos son desarrollados a partir de organismos vivos y han representado un gran avance para el tratamiento de enfermedades complejas como la artritis reumatoide, ciertos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes y otras. Por su naturaleza, son productos altamente específicos y su elaboración implica un proceso complejo.
Por su parte, los biosimilares son medicamentos que buscan ofrecer una alternativa terapéutica equivalente a los biológicos ya aprobados. Aunque no son copias idénticas, como ocurre con los medicamentos genéricos, sí deben cumplir con estándares rigurosos de eficacia, seguridad y calidad, avalados por agencias robustas. Estos representan una oportunidad importante para ampliar el acceso a tratamientos innovadores, de manera sostenible para los sistemas de salud.
Los medicamentos genéricos, en cambio, son versiones idénticas de medicamentos originales de moléculas simples, ya aprobados. Son seguros, eficaces y accesibles, y han permitido a muchas personas acceder a tratamientos esenciales con menores costos, pero de calidad.
En este contexto, resulta fundamental garantizar que cualquier transición entre tratamientos –por ejemplo, del biológico al biosimilar, del original al genérico– se realice de forma informada y participativa. Asegurar que existan procesos claros, con respaldo de agencias regulatorias reconocidas como la FDA o la EMA, fortalece la confianza tanto de los profesionales de salud como de los pacientes.
Contar con sistemas de farmacovigilancia fortalecidos también permite dar seguimiento a la eficacia y seguridad de los tratamientos, promoviendo un entorno de mejora continua. Asimismo, establecer protocolos consensuados, en los que el equipo médico y el paciente dialoguen sobre las mejores alternativas, contribuye a fortalecer la adherencia terapéutica y los resultados en salud.
Como pacientes, creemos en el valor del diálogo, la evidencia y la transparencia. El acompañamiento, la información clara y la posibilidad de participar en las decisiones sobre el tratamiento, son claves para construir una relación de confianza entre el sistema y quienes lo utilizan.
Porque cuando un paciente entiende, participa y decide, se convierte en el protagonista de su propia salud. Y un sistema de salud verdaderamente justo es aquel que escucha, respeta y camina junto a quienes todos los días luchan por vivir con dignidad.
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