Las crónicas sobre el éxito económico de República Dominicana en los últimos años, ilustradas apropiadamente con paisajes de edificios de la modernidad y alejados de cinturones de miseria, aparecen avaladas en la comunicación social con datos sobre crecimiento del PBI per cápita y cierta disminución gradual de la pobreza. Un fruto encomiable de señales hacia metas superiores arrojado fundamentalmente por la estabilidad política, democrática e institucional de la que han hecho buen uso los dominicanos laboralmente activos y creativos de todas las clases sociales sin excluir desde luego a los entes del mundo empresarial alto. Un triunfo de todos aunque la bonanza por ese impulso productivo en el que participa incluso un sector informal desprotegido (56%) deja fuera todavía a gente bastante numerosa; cuyas panorámicas servirían solo para ilustrar las formas de vivir de los desposeídos.
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Estadísticamentes situados cerca del 20% de la población o más de dos millones de ciudadanos que sería raro ver, si quiera, caminando por el polígono central que no sea de pasada hacia endebles y nutridos caseríos porque, a pesar del «progreso», supuestamente generalizado, los salarios que en sus niveles predominan rondan lo mínimo para vivir o quedan cerca de caer, a la menor embestida inflacionaria, bajo la línea de pobreza, desgracia que la crisis mundial vaticina. La tan mencionada «pobreza monetaria», que solo mide la forma en que el dinero llega a la población es insuficiente para fijar criterios sobre la realidad social. Excluye la dimensión múltiple de las carencias, y no solo la de la disponibilidad salarial. Más que el acceso a dádivas y de salidas de apuros con funditas del Inespre, lo que ata a quienes las reciben a una vida sin satisfacciones son los accesos precarios a la salud y la vivienda y a causa de hospitales escasos, a medio construir o mal abastecidos; mientras, de otro lado, los atrasos en las metas de dotar de escuelas a la plenitud urbana y rural, con centenares de ruinas modernas y baja calidad de la enseñanza, golpean con dureza millones de marginados y les niegan futuro.
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