La muerte de una vecina que debió tomar la calle porque la acera estaba ocupada por vehículos de padres que esperaban a que sus niños salieran del colegio —ella también iba por su nieto— es un punto pequeño en el mar de violaciones al libre tránsito en la capital dominicana.
La ocupación de las aceras y parte de las calles es una constante tan común que ya se da como un hecho que las aceras pertenecen a los “dueños” que las han sustraído. Es una práctica que se atribuía a los comerciantes de los barrios de la periferia, pero no; esta se ha generalizado y comprende el perímetro central, la zona metropolitana y toda la ciudad, y se ha ido ampliando en casi todo el territorio nacional.
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Sencillamente, los peatones —que son la mayoría de las personas— tienen que exponer sus vidas en las calles porque las aceras son ocupadas por los establecimientos cercanos y por vecinos que no quieren que pasen por el frente de su vivienda.
Para colmo, se ha permitido a los usurpadores de las aceras colocar unos conos de color mamey para dar la impresión de “legalidad”, y el transeúnte se conforma con bajar de la acera, hechas justamente para posibilitar su tránsito libre y seguro, pero por falta de conocimiento, hasta piensan que violan la ley cuando es todo lo contrario.
Existen lugares donde no se conforman con los conos: encadenan las aceras para impedir el paso de una manera abusiva, sin que haya consecuencias.
Los conos comenzaron a ser usados por los agentes que regulan la circulación del tránsito en la ciudad para facilitar su fluidez en las horas pico, pero ahora existe un “emprendimiento” y los conos son vendidos a todo el que los quiera tener. Y tenemos conos por todos lados.
Las aceras son las calles y avenidas de los peatones, pero nadie hace nada por resguardar el derecho al libre tránsito, protegido en el artículo 46 de la Constitución y en la misma Ley 63-17.
Independientemente de que alguna autoridad haya dado permiso para el uso de las aceras, el Tribunal Constitucional emitió la Sentencia TC/0083/19, donde decide que todo lo que impida el derecho al libre tránsito es inconstitucional.
De modo que los conos y cualquier otro instrumento que impida ese derecho son ilegales.
Otros violadores de ese derecho son los constructores: se apoderan de las aceras, nadie puede pasar por ellas y no solo disponen de conos para evitar el paso, sino también de agentes que lo controlan; cambian la dirección del tránsito sin pedir permiso a los vecinos y nadie se atreve a “andar” por las aceras porque ya “pertenecen” a los dueños de las edificaciones.
En otros países, las constructoras tienen que obedecer no solo a las leyes, sino al protocolo que establecen las autoridades para no obstruir el libre tránsito, asegurar la ruta y evitar posibles accidentes, y deben establecer una estructura segura para los peatones. ¿Quién se atreve a pasar por debajo de una construcción en este país?
Caminando en Nueva York, debía pasar debajo de una construcción y sencillamente no me atrevía a seguir. Mi prima me dio confianza y me dijo: “No estás en RD, si te cae un granito de arena, te haces millonaria”.
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